La reflexión surge desde el ingresar a diversos medios de transporte, al tomar un café, en un aula, y encontrarme con algo casi cotidiano con diversos grupos de jóvenes provenientes de diversos estratos socio-económicos y que no deja de ser interesante lo percibido, la tendencia del ser humano en lo que respecta a ser parte de una red, el sentido de ser parte de un grupo y lo cual no sólo se da en una determinada generación y momento, sino como un continuo en el tiempo, constituyendose como característica del ser humano: la de tender a permanecer en y a un grupo, fenómeno que se observa en diversas generaciones desde adolescentes a más grandes. Y es cuando surge el uso de los actuales equipos de tecnología multimedia y con acceso a las ya conocidas redes sociales. En el caso de no poder acceder a los sistemas portátiles, se dispone de otros medios como la red en casa o la de un Cibercafe (y que en la actualidad proliferan en Perú) en diversos espacios socio-culturales en mayor o menor número, donde el pertenecer a una red social tradicional se traslada al espacio virtual y no se constituye como un privilegio, transformándose en un nuevo uso cultural, una forma per se de ser del grupo. Escuchandose expresiones dentro de lo cotidiano y con tendencia en los grupos más jóvenes, sin ser excluyente de otros: ¿tienes una cuenta de Facebook?
Es frecuente en sesiones de terapia de pareja que muchas de ellas se han conocido por Tinder y las sesiones de terapia de pareja tambien se den por el espacio virtual.
Los modos y tipo de relación han cambiado desde hace varios años y se han intensificado en la tendencia de la agrupabilidad virtual en estos últimos, donde el uso de la red social en nuestro días se masifica en acceso, se convierte en un circuito cotidiano de relaciones (al respecto el libro: Al medio al sitio de Rolando Arellano, nos muestra un interesante análisis actual del crecimiento social y de los estilos de consumo en los peruanos entre los que se cita la explosión del uso del internet) y la forma de relacionarse está cambiando muy rápidamente.
Recordando la conversación con un colega, cuando se plantean las nuevas formas de relación y de cómo estas se han trastocado desde el cambio de plano tridimensional al bidimensional (este último, ancho y altura, y me refiero a las imágenes, fotos, íconos , símbolos y significantes, etc.) donde hace algunos años era común el reunirse en cafés, restaurantes, etc., y en los que se podía percibir al otro utilizando los diversos sentidos y que en los momentos actuales del fenómeno de la red social virtual globalizada, se está generando que el percibir se centre básicamente al sistema visual, dejando relegados al menos por un tiempo a los otros sentidos y en la cual se podrá además apretar un botón que indica “me gusta”, si fuese el caso del todo y tan solo es una parte.
En relación a los vínculos sociales y del amor, el efecto de la red social se encuentra en este momento siendo devastador para muchas relaciones y en otras ha contribuido a fortalecerse o reunirse más aun, en la que ya es común escuchar expresiones (de los clientes que acuden a la consulta en las sesiones de terapia de pareja) y que disponen de una cuenta personal en la red social, cuando expresan: él dice que me ama, más no desea que vea su facebook … , soy el amor de su vida y no tiene colgada una foto mía o nuestra …, nunca da un comentario en relación a mí en su face…
En otros casos el impacto ha sido mayor ante expresiones: “lo/la descubrí a través de Facebook”, “ salía con otro/a”, “el/ella, porque siempre comenta su perfil” “me he convertido en detective del face y descubrí su infidelidad” “tiene varias cuentas del Facebook”, etc…
La lista es amplia y al respecto conlleva a reflexionar que tanto el fenómeno de la red esté impactando en el vínculo para la unión de nuevas parejas y la separación de otras.
Donde si bien es cierto se han encontrado un espacio de encuentro (así como de riesgo, teniendo en cuenta que en las redes la identidades se crean y recrean) y que en la actualidad ya no son solo comunes a los adolescentes, sino ha adultos, y el cual se ha convertido en un espacio de separación, inclusive teniendo el efecto de amplificar lo observado, al tener en cuenta de que sólo se está recurriendo a un sentido y a un canal de procesamiento que lo ha percibido, y descontextualizando en otros casos lo sucedido y llevando a más de lo que realmente es.
Recordando la expresión final de un cliente quien menciona: «no me deja tener privacidad”, desde el discurso se puede observar lo importante y el rol que ha asumido en la vida de la persona, pertenencia e intimidad.
Se está convirtiendo al respecto en un ambiente diferente que nos invita a los profesionales a explorar y entender en mayor medida el impacto de la redes en la vida de las personas, dentro de su cotidianidad, lo cual está por demás mencionar que va a depender de la cultura, cultura que sin embargo se expande en mayor medida en cada momento y en cada lugar y con más rapidez de la imaginada.
Desde el espacio de terapia pareja, es de por sí en invitación a brindar alternativas en tiempos contemporáneos ante situaciones antes ni siquiera pensables y que ahora son una realidad presente y en las que participen todos los sentidos relegados.