Vivimos en momentos de tecnología, lo que implica una mayor rapidez, una mayor exactitud.
Donde la comunicación digital se ha incrementado, la cercanía con nuestros seres queridos se concreta en un espacio virtual, nuestra vida se facilita, podemos hacer un pedido de comida delivery, mayormente comida rápida como pizzas, pollos a la brasa, etc. Y acompañados de burbujeantes bebidas gaseosas (motivo de otro artículo en el que podremos plantear algún acercamiento a una adicción (tema polarizado, como el de poder vivir sin consumir azúcar y los efectos en el ser humano, y por ende de enfermedades que afectan el psiquismo).
Nos encontramos en una vida caracterizada por la rapidez, la cual se alaba por la sociedad y se valora como positiva. Donde el hacer las cosas con mayor rapidez es valorada en los espacios laborales, incluso asociado con la alta eficiencia y que también inundan nuestra vida cotidiana, dejando de lado el estado de vivir, acelerándonos en el tiempo para hacer lo que se tiene que hacer, y dando prioridad a la rapidez, (asociando los comerciales de los medios de comunicación sobre la velocidad de internet ultra velocidad en internet debiera ser parte de la vida del ser humano, llevándonos a cosificarnos y buscando en nuestro ser un botón que nos impulse a mayor velocidad, para ser felices).
Y encontramos que ahora las relaciones de pareja son más rápidas que antes, el periodo de enamoramiento se acorto a un mes o par de meses, y la duración de la misma también, se extingue en muchos casos las parejas en cortos periodos de tiempo. Momentos de relaciones de pareja temporales y “rapidas” son características de nuestra sociedad. Donde la tecnología invade nuestra privacidad y es parte de lo normal. El hablar telegráficamente por un dispositivo móvil con la familia y pareja, ha desplazado la comunicación “cara a cara” por un anexo electrónico, observándose en plenas cenas o salidas el no poder partir sin el móvil, dejar de revisar el Facebook o el twitter, inclusive los problemas que surgen, emergen de los espacios virtuales, producto de las dificultades de comunicación. Encontrando a parejas por dificultades generadas un mensaje en whats app, por no ser respondido con “rapidez” y emergiendo diversas fantasías de inseguridad.
La vida se encuentra asumiendo estas características, pidiéndole en casos exigiendo que el otro miembro deje de lado inmediatamente su malestar para volverse amable ante algún conflicto. Pareciera que la pareja está tratando con un dispositivo móvil o PC, y que el otro ingrese a un reset como la prender y apagar el dispositivo y asumir un gesto amable y feliz, como si nada hubiese pasado.
Son muchos los pacientes que refieren que desean que sus parejas los perdonen inmediatamente y sea un borrón y cuenta nueva, la inmediatez como solución. En este sentido en terapia desarrollamos dispositivos de corta duración solo que es importante recordar que el ser humano tiene un tiempo de procesamiento de los sucesos y hechos que le acontecen.
Es necesario apreciar el disfrutar el viaje, ya que si nos centramos en la velocidad, nos perderemos el paisaje del recorrido y solo disfrutaremos parte de la experiencia.
Cerrando el presente artículo: Se prefiere dar felicidad enlatada, como al regalar videojuegos o móviles de última generación y evitar el proceso de caminar, conversar y encontrarse en con el otro en lo cotidiano. Como cuando los padres conversan con los hijos, sin media medios de comunicación o la pareja que se acuesta en la cama para disfrutar de la noche con un TV prendido de por medio y sin compartir lo tan básico y de importancia que funciona como pegamento de la relación: el comunicarse afectivamente y el hacerlo toma su tiempo, el sintonizarse con las necesidades y pedidos del otro, construyéndose el amar como un arte, un antiguo arte basado en el escuchar, mirarse y reconocerse.