EL Perdón en la terapia de pareja
En muchas ocasiones entendemos el perdonar como el acto de dejar de lado los rencores y malestares generados por las fricciones en la pareja, estos se convierten en un olvidar, son procesos frecuentes y motivos de consulta. Además, por haber probado el perdón y la situación no ha cambiado. Sin embargo va a depender también del nivel de afectación en cada uno de los miembros o en ambos miembros y las circunstancias que lo rodean, sean externas o internas.
El perdón dependerá de los valores de cada uno de los miembros, el tipo de relación que se lleva: asimétrica o simétrica, si existe dependencia emocional o no, de la propia autoestima de los integrantes de la pareja.
Los valores personales y el perdón, en este sentido entenderemos a los valores como las propias creencias adquiridas en la infancia y la familia, creencias que rigen a nuestras vidas. A través de las cuales el individuo se relaciona con el medio social, valoraciones relacionadas con el bien y el mal, y que cambiaran de individuo en individuo como de pareja en pareja.
Cito por ejemplo, a un miembro de una relación que provenga de un hogar que considera que la unión de pareja es monógama y que dos personas que se juntan deben de estar unidas para toda la vida. En su familia de origen la infidelidad nunca se dio. Las relaciones entre los padres se dieron dentro de un marco de respeto y afecto. Por otro lado, el otro miembro de la pareja proviene de una familia donde la infidelidad es cotidiana y se debe de tolerar por el bienestar familiar y de la pareja. En este caso encontramos dos personas que provienen de hogares diferentes con valoraciones diferentes como antecedentes, sobre las relaciones de pareja y familia. Es probable que ambos decidan un nuevo destino. Sin embargo, la historia familiar va a jalar ante algún impase para alguno de los lados mencionados. Ante el suceso de infidelidad, la valoración del mismo pesara diferente en cada miembro, mientras que para uno pueda ser algo imperdonable, para el otro puede ser incluso algo de menor cuidado. La escala de valores en este contexto va a sopesar en gran medida para que se re-evalué el perdonar la infidelidad o no en base a su escala personal interna. Este un punto que el profesional psicólogo debe de explorar en la historia de vida de la pareja, como de las familias de origen.
Cuando hablamos de una relación asimétrica, es donde la estructura de poder se encuentra en desbalance en relación al otro miembro. Por ejemplo, uno de los miembros trabaja y el otro miembro se dedica a los quehaceres domésticos. Si se tiene que perdonar algo, la asimetría entrara en juego en una estructura de dependencia económica, por ejemplo. El “perdón” puede darse no tanto por los valores, sino por asimetría, al estar uno de los miembros desempoderados – sin poder- . Lo cual lo vemos con mayor frecuencia, cuando existe una madre con 3-4 hijos que depende económicamente de alguien que es un proveedor y cede por las circunstancias que le rodean, al preguntarse sobre su futuro y el de sus hijos. Incluso por la asimetría de la pareja se tolera y muy malamente en la violencia familiar y de género.
Ante la existencia de una estructura de personalidad deficitaria en la pareja, se han emparentado con un miembro de la relación que «tomo el poder» e influye en las decisiones de la pareja, donde se le tiene que consultar todo y para cada paso, que piensa por el otro, un otro que tiene dificultades para pensar por algún motivo en particular y que no se puede visualizarse solo o sola en la vida, el perdonarlo se da más por una necesidad. Una relación del tipo dominado-dominador, por temas relacionados a estructuras de personalidad. En este caso la terapia individual antes que la pareja es la indicada.
Cuando se presenta una autoestima débil o un narcisismo deficitario, por parte de uno de los miembros en la relación, este quedara a merced del el otro miembro, cediendo para evitar la pérdida del otro, ya que sin el otro existe la probabilidad de no ser, gracias a la existencia del otro uno de los miembros se realiza. La presencia de un yo deficitario implica intervención en terapia individual antes que terapia de pareja, sino será un proceso muy lento, como sembrar trigo en arena de mar.
El perdonar a uno de los miembros puede darse por diversas razones y cuando se da no necesariamente es por convicción y para que esto sea dado por convicción debe de darse además con el procesamiento de aquello que los separo. Si no será un proceso de corta vida en el tiempo, convirtiéndose en un intento más de la pareja por salir adelante.
Es importante que ambos miembros compartan una autoestima y valoración positiva como parte una relación sana, la simetría en el poder y acceso a la misma, debe de ser parte de la vida cotidiana de la la pareja.
El elegir una pareja con valores similares va a facilitar en gran medida la convivencia. Sin embargo no es un determinante para estar libre de fricciones en la relación de pareja, más si influye.
El perdón es un proceso, mas no es una decisión meramente, como se predica. Es explorar: lo que los junta y que los separa. Para iniciar un proceso de terapia de pareja.
El perdonar por decisión de darse a pesar de las fricciones va generar una grieta no cerrada, la cual no aparece en el momento más se encuentra presente y que en cualquier momento de disconformidad puede volver a aparecer si no es abordada profesionalmente. Algunas parejas en consulta han mencionado: Nos hemos perdonado infinidad de veces y ya no creo en él o ella. Ahora deseo la separación.
Encontramos aquí una relación debilitada que puede volver a crecer, solo que debemos tomar conciencia del impacto de la misma. Las promesas incumplidas como acuerdos rotos.
Cuando se incumple un acuerdo, sea del tipo que sea, y no será infidelidad, podrá ser quizás pequeño o casi trivial, no va a ser motivo de separación más si el detonante, lo que impulso a la pareja a separarse. «La gota que derramo el vaso de agua» en palabras de algunos consultantes. El pedir perdón en estos contextos ha perdido su efecto conciliador.