En los últimos años el ejercicio del rol de ser psicólogo se encuentra cambiando con un mayor nivel exigencias y de lo cual no escapan los alumnos del internado,  presentándose diversos factores que contribuyen a aquello, entre los que se puede nombrar: Exceso de trabajo y responsabilidades,  desenvolvimiento personal ante los usuarios de los servicios, y usuarios con  mayores  demandas (resultados inmediatos en tiempos reducidos).

Las universidades se encargan en formar en competencias técnicas, las cuales no siempre son suficientes  para convertirse en un psicólogo exitoso que experimenta satisfacción con su labor. Al respecto se hace necesario incorporar competencias  que permitan manejar  los nuevos escenarios que afrontara el alumno de internado, en la que se suma y desarrollan herramientas para su gestión eficaz  personal –profesional.

Del breve panorama descrito,  es necesario abordar:

El psicólogo y su desarrollo como persona en los espacios clínicos, educativos y organizacionales.

Los alumnos de internado elijen un área de especialización en la etapa de prácticas profesionales  sea esta como la clínica, la educativa y organizacional (principalmente en nuestro medio).  Estas elecciones dependen de muchos elementos como: su capacidad y preferencia en las áreas mencionadas,  rasgos de personalidad, experiencias personales de éxito-fracaso,  o características personales que les dieron mejores resultados.

Encontrándose en algunos casos una evasión por participar de espacios de desarrollo en la persona del psicólogo para evitar abordar  situaciones personales que se encuentran pendientes de resolución y que inciden directamente en la negación de un elemento personal  afectado su desempeño personal, como  en el internado.

El fin de la propuesta no apunta al desarrollo personal, proceso que es amplio, continuo y que corre a cuenta del propio alumno, la propuesta apunta al desarrollo profesional, que contempla elementos para el mejor desempeño y entre ellos uno básico: la persona del psicólogo.

Sin dejar de atender la evolución de etapas  iniciales  del profesional en su desempeño como psicólogo.

El abordar la persona del psicólogo (en alumnos  de internado) implica gestionar los elementos de mayor resalte que puedan interferir en su labor como profesional, provenientes del ámbito personal.

En relación a las características  y desarrollo del psicólogo/terapeuta algunos expertos  han referido:

“Claudio Busto (2001)  citado por Hirsch, P.[1] expone en un artículo lo definido por diversos autores relevantes. Menciona, por ejemplo, que para Beck (1979) se considera necesario, pero no suficiente, que el terapeuta posea tres competencias relacionadas: aceptación, empatía y autenticidad.  Esas tres condiciones ya habían sido por Rogers (1951).  Por aceptación se entiende no juzgar lo que el paciente dice, siente o piensa. Empatía se refiere a la habilidad del terapeuta de entrar en el mundo del paciente y experimentar cognitiva y afectivamente el mundo como lo hace este. La ultima habilidad, la autenticidad, se refiere a la franqueza del terapeuta con el paciente, para que tenga una imagen realista de lo que puede (y no puede) esperar sobre el terapeuta o la terapia…

Minuchin y Fishman (1992), postulan que la principal cualidad  con la que se debe contar como terapeuta sistémico es la espontaneidad, la cual definen como la habilidad para “emplear diferentes aspectos de sí mismo en respuesta a contextos sociales diversos”…

Freud (1912) recomendaba el análisis personal para minimizar la probabilidad de que los propios conflictos inconscientes del terapeuta interfiriesen en la compresión, interpretación adecuada y manejo de la transferencia de los pacientes…

Irónicamente Krasner (1963 en Phares, 1997: 302) plantea un ideal del terapeuta, que no existe en ningún ser humano, lo cual no le quita el mérito de ser inspirador y de brindar algunos señalamientos de cualidades a desarrollar:

“El terapeuta ideal es: maduro, bien adaptado, compasivo, tolerante, paciente, amable, discreto, que no elabore juicios de valor, aceptarse, permisivo, no crítico, cálido, agradable, interesado en los seres humanos, respetuoso, que estime y trabaje por una relación interpersonal democrática, libre de prejuicios raciales y religiosos, que tenga una meta valiosa en la vida, amistoso, alentador,  optimista, fuerte, inteligente, sabio, curioso, creativo, artístico, orientado hacia la ciencia, competente, confiable,  un modelo que el paciente pueda seguir,  lleno de recursos, sensible en términos emocionales, consciente acerca de si mismo, perspicaz  acerca de sus propios problemas, espontaneo,  con sentido del humor, que se sienta seguro  de su persona, maduro acerca del sexo, que crezca y madure de las experiencias vitales, que tenga una alta tolerancia a  frustración, confiado en sí mismo,  relajado, objetivo, autoanalítico, consiente de sus prejuicios, no servil, humilde, escéptico pero no pesimista o modesto, consistente, abierto, honesto, franco, con gran preparación técnica, dedicado en un sentido profesional y encantador”

Objetivos de la presente propuesta:

  • Generar un espacio de autoexploración y autocuidado de la persona del psicólogo
  • Fortalecimiento de competencias blandas para el desempeño personal-profesional
  • Brindar una metodología de intervención individual y de grupo aplicable al área clínica educativa y organizacional principalmente
  • Manejo de herramientas personales aplicables a diversos espacios de intervención privada como pública.

Metodología

La modalidad de intervención  se dará a través de  seminarios –talleres intensivos de fin de semana,

Los recursos técnicos de intervención grupal  y acompañamiento  provienen principalmente del:

  • Psicodrama
  • Psicoterpia por el arte
  • Arteterapia
  • Psicoterapias psicoanalíticas.
  • Facilitación grupal
  • Recursos provenientes del ámbito organizacional
  • Experiencias vivenciales grupales – individuales.

Beneficios de la presente propuesta:

  • Ampliar el marco de experiencias  vivenciales-técnicas en los participantes: permitiendo interaccionar con recursos convencionales y no convencionales para  ensayar nuevas formas de expresión.
  • Adquisición de recursos expresivos que permitan mejorar las capacidades de comunicación (personal-profesional). Además de aprender a sobrellevar con seguridad y confianza situaciones que pudiesen resultar inhibidoras.
  • Fortalecer el trabajo en equipo y de cooperación. Permitiendo generar comportamientos cooperativos antes que competitivos,  sin dejar de  lado el comportamiento autónomo del participante.
  • Desarrollo de la   imaginación, espontaneidad y  creatividad
  • Conocimiento y comprensión de la propia dinámica interna.
  • Incremento de recursos técnicos profesionales para el desempeño laboral.
  • Desarrollo de habilidades básicas inherentes al psicoterapeuta.

[1] Hirsch, P. (2012).  Arte y oficio del psicoterapeuta: Estrategias para su autodesarrollo y cuidado. Buenos Aires: Psicolibros ediciones. Pp21-23