En el presente artículo es una invitación a la reflexión en relación al  amor incondicional que llega más allá de los  límites y que  los sobrepasa,  en el caso del amor maternal cuando por amor es permisivo/a o en alguno de los padres,  generando un espacio de  complacencia hacia al hijo o hija, brindándolo  todo,  a costos muy alto para los padres y con un desenlace no muy alentador en el infante, niño y adolescente.

Cuando los hijos desconocen los limites, y se dedican a la demanda libre y sin frenos estos terminan por asumir que es una obligación el amor desmedido y el satisfacer todas su necesidades por parte de los padres o tutores, llegando a fracasos en el espacio escolar por ejemplo; donde la complacencia extrema ya no está presente y todos son tratados con equidad en el espacio educativo  (o por lo pronto con  tendencia). Aquel infante que ha sido tratado con complacencia extrema por “amor” encontrara un espacio adverso donde sus demandas no se satisfagan, llegando aquellas a lindar con la desmotivación.  Es el caso cuando la tolerancia a la frustración es muy baja.

En este sentido, los niños deben de atravesar situaciones relacionadas con la frustración, situaciones controladas por los padres donde estos tendrán que ganar en ocasiones y perder en otras, ya que la vida se desarrolla en sentido para los seres humanos.  Al respecto experimentara situaciones donde saldrá victorioso y otras en las que aprenderá a resignarse por el resultado no esperado.  En la vida real las cosas nunca salen como uno las planificado,  surgen con resultados similares y que incluso no llegan a ser los óptimos por las diversas situaciones que se conjungan en el desarrollo infantil,  podríamos citar al respecto el caso de participar de un juego cooperativo como es el futbol, en el cual no sabremos cuáles serán los resultados y es parte de la vida el aprender a ganar y perder, para poder desarrollar la tolerancia ante la frustración o perdida, en base a situaciones normales y cotidianas de la vida.

En el vínculo de pareja, encontramos casos en la que uno de los miembros brinda su “amor sin límites, que incluso llega a asfixiar y ahora al otro. Con el  deseo implícito de desear recibir lo mismo a cambio, deseando un relación en la que la pareja no se separe, en el que ambos miembros se sinteticen en uno solo. Lo cual nos  lleva a que el amor del otro en exceso y desmedido llevara a perder al otro en su individualidad.

Cuando encontramos un amor en desmedida ya podemos estar hablando de un proceso relacionado a un proceso de dependencia hacia el otro miembro o de la presencia de carencias afectivas.

El dar todo hacia el otro sin límites no es el camino para “retener” a la pareja, es el camino más cercano a una perdida, es donde el déficit en un amor sano propio se encuentra ausente.  Déficit en un narcisismo sano.  De amarse y quererse, es un primer paso para poder ser feliz en una relación de  pareja, el de poder amarse primero para poder amar al otro sin descuidar la propia integridad.

En el vínculo de pareja el amor sin medida y extremo no va a llevar a buen puerto, solo uno de los miembros atravesó y dio la vuelta al mundo,  en expresión cotidiana “Esta corriendo mientras el otro está caminando” una relación desacompasada, en la que ambos  debe de caminar mas o menos a un mismo ritmo y tiempo.

Si, la relación termina, uno de los miembros llegara  a un espacio de tristeza por haber dado y entragado todo, mientras que el otro solo dio un poco y quizás lo necesario. En las relaciones afectivas es importante dar en proporción. Sin sacrificios ni inmolarse por el otro miembro.  Son comunes las expresiones de sentirse  “presionado” cuando el otro se siente forzado a hacer algo que por ahora no se siente listo o dispuesto. En este sentido es importante evaluar hasta qué punto ambos desean involucrarse en la relación.