Terapia cortada a la medida .Un seminario ericksoniano con Jeffrey K. Zeig.
TERAPIA CORTADA A LA MEDIDA Y ENVUELTA PARA REGALO.
Hace poco fui entrevistado por una reportera que estaba preparando un artículo para un periódico local sobre los propósitos de Año Nuevo. Por alguna razón pensó que la hipnosis estaba relacionada con ellos, y me preguntó por qué la gente no sigue sus propias sugestiones. Por qué si promete, por ejemplo, dejar de fumar, bajar de peso, hacer cambios en sus relaciones importantes, no cumple sus propósitos. Por qué no escucha los buenos consejos que se está dando. La hipnosis es una manera de que la gente escuche sus propios consejos. La reportera me preguntó: «Dr. Zeig, ¿qué es la hipnosis?» y yo le contesté que, estructuralmente, quizá no esencialmente, la hipnosis es una manera de envolver ideas como si fueran regalos. Es una forma de tomar las ideas, envolverlas como regalo y presentarlas al paciente en forma muy atractiva, como algo muy valioso, para ayudarlo a hacer surgir las potencialidades que tiene escondidas. Todas las personas tienen fuerzas y recursos que desconocen y el trabajo del terapeuta consiste en presentar al paciente ideas que le ayuden a llegar a algunas de esas potencialidades, por sí mismo.
Yo estudié hipnosis porque es un modelo de comunicación, un modelo de cómo presentar ideas con un máximo valor terapéutico sin necesidad de usar un trance formal. Y como sólo es un estilo de comunicar ideas, no creo que ninguno de ustedes necesite aprenderlo formalmente, sino tomarla como algo que hará que su terapia sea mas efectiva y más divertida.
Así que les voy a dar un modelo de terapia, no de hipnosis. Un ejemplo de cómo pueden aplicar elementos de hipnosis en cualquier psicoterapia. Los médicos, por ejemplo, pueden usar estas técnicas de comunicación para hacer sus prescripciones más efectivas.
En un estudio que se realizó en los Estados Unidos se pidió a un médico que en un período de diez minutos prescribiera tres veces los medicamentos. Cuando los pacientes salían del consultorio, un entrevistador les preguntaba: «¿Cómo te dijo el doctor que tomaras tus medicinas?» El 50% no pudo contestar lo que le había dicho el médico.
Con la hipnosis, nosotros podemos aprender a lograr que nuestra comunicación sea más eficiente que el 50%.
Ahora, permítanme ofrecerles una panorámica general.
Tener una meta
Envolver como regalo
Cortar a la medida
Establecer un proceso
Utilización
Esto es lo que yo llamo el diamante de Erickson. En sus cuatro aristas y el cruce de sus dos ejes podemos ubicar los cinco principios que constituyen la base de este seminario.
El primer principio se refiere a tener una meta, de modo que sepamos hacia donde dirigir la terapia. La meta también permite saber al terapeuta que si logró tal cosa, tuvo éxito. Parece muy sencillo pero a menudo puede ser muy complicado.
Una vez que el terapeuta tiene una meta, necesita una forma de envolver como regalo las sugestiones. Puede hacerlo usando una metáfora, una anécdota, hipnosis, la prescripción de un síntoma, un símbolo, una intervención no verbal, la ilusión de alternativas, entre otras muchas técnicas.
Es muy bonito tener una meta y envolverla, pero esto no es suficiente para obtener éxito. Si ustedes quieren agregar poder a la terapia es necesario cortar a la medida del paciente la meta para que encaje dentro de su estilo particular.
Es muy agradable recibir un regalo, y más aún si está bien envuelto, pero si el regalo está pensado en forma individual, es decir, si el que regala ofrece algo que tiene un valor único para el que recibe, ese regalo es mucho más significativo.
Ya tienen una meta cortada a la medida, ya la envolvieron, pero también queremos establecer un proceso en el tiempo de manera que el regalo, bien cortado como está, bien envuelto como está, no sea simplemente entregado a la persona, sino que se le presente con cierta ceremonia para que tenga más sentido.
Ahora bien, el punto central en el trabajo de Erickson es el concepto de utilización. Utilización significa que sea lo que sea lo que el paciente traiga, lo usen: si el paciente trae un estilo de vestir, úsenlo; si trae una orientación religiosa, úsenla; si trae un problema, úsenlo; si trae resistencia, también úsenla. Cualquier cosa que el paciente traiga, puede ser usada. La utilización es como la fuente de la juventud para los terapeutas. Es quizá mejor para el terapeuta que para el paciente porque lo mantiene vivo, dentro de lo que está sucediendo en cada instante.
Yo sé que para ustedes éstas son meras palabras, pero espero poder darles oportunidad de experimentarlas. Personalmente creo tener una buena comprensión vivencial de los primeros cuatro conceptos, aunque tal vez en menor medida de la utilización, que Erickson tenía tan integrada a su vida. Aun cuando la conozca y la comprenda, no la siento tan integrada a mí.
Para ver con más claridad este modelo, permítanme contarles brevemente el caso de una paciente limítrofe muy perturbada, Clara, que me fue derivada a través de un hospital. Había sido internada y dada de alta varias veces. Mantenía con la institución una relación hostil y dependiente. Cuando estaba internada, no participaba en los programas, no se curaba ni se sentía mejor por todo lo que le daba el hospital. Cuando estaba fuera, se cortaba las venas para ser readmitida. Me llamaron un martes, ella había salido el viernes y temían que intentara suicidarse de nuevo. El hospital estaba harto de las readmisiones. Me buscaron como experto en terapia breve y me preguntaron si tomaría a esta paciente difícil.
Hice una cita para que la familia la trajera. Aunque era una persona adulta vivía con su padre y con su madre. Vinieron a una sesión de emergencia el miércoles en la noche.
Mi meta era que Clara se comprometiera a entrar a terapia conmigo. Por supuesto, no vino contenta a mi consultorio, quería que se la llevaran al hospital de donde la habían corrido el viernes. Clara se portó hostil, solemne, y cuando entró en el consultorio se veía muy agresiva. Hablé con toda la familia unos minutos nada más mientras tenía en mente la pregunta ¿qué valoraba Clara? Necesitaba saber qué era valioso para ella para así cortar a la medida la forma de alcanzar la meta de involucrarla en la terapia. Sabía que ella valoraba los objetos punzantes puesto que le gustaba cortarse las muñecas; bueno, no sé si le gustaba, pero lo había hecho varias veces. En su mentalidad, estaba bien cortarse las venas, así que era algo que ella valoraba. Después hablé con su padre cinco minutos y descubrí que era militar, que recientemente había tenido una afección coronaria triple y, a pesar de esto, fumaba. Ya sabía también lo que valoraba él. A continuación vi a Clara sola y supe que ella quería a su padre y odiaba a su madre, vivía una disociación a través de la cual «papá era bueno y mamá era mala. Descubrí que Clara valoraba su palabra. Si prometía algo, lo cumplía. Además, era una trabajadora muy responsable. Pasé también cinco minutos a solas con su madre, nada más como cortesía, porque en ese momento no iba a interactuar mucho con ella dentro del sistema familiar para alcanzar la meta que me había fijado. Pedí a la señora que saliera para hablar con Clara y su padre. Le dije a ella: «Tú siéntate calladita en el sofá y no digas nada». A Clara le gustó lo que le dije, porque no quería decirme nada ni estar en el consultorio. Entonces me dirigí con dureza a su padre. Le dije «Vamos a hablar de hombre a hombre». Como era militar, sabía lo que era hablar de hombre a hombre. Hablar de hombre a hombre era cortar el diálogo a su medida y utilizar. Continue: «¿Cómo se atreve a ser tan hipócrita? ¿Cómo quiere usted que le dé terapia a su hija para que no siga cortándose las venas si usted tuvo hace poco una enfermedad coronaria y sigue fumando? ¿Cómo se atreve a ser tan hipócrita?» Clara empezó a moverse en su asiento. No le gustaba que le hablara así a su papá. Ya había llamado su atención. Le dije: «Bueno, estoy de acuerdo en tomar a su hija como paciente con una condición. La condición es que usted me prometa en este momento, de hombre a hombre, que dejará de fumar definitivamente. Por supuesto que si su hija vuelve a cortarse las venas usted quedará en libertad para volver a fumar». Clara me miró y llorando me dijo: «Yo no puedo hacer esa promesa. En el hospital han tratado de que deje de cortarme las venas y yo no puedo hacer esa promesa». Le respondí: «Clara, no te estoy hablando a ti, estoy haciendo un trato con tu padre». Ya había hecho un trato con el padre, así que hice otro con ella. Clara pagaría la terapia. Pero como no tenía dinero, pagaría con trabajo. Ella sabía hacer muy bien costuras de medio punto, que a mi me gustan. En uno de sus mejores empleos le pagaron diez dólares por hora. Yo cobro sesenta dólares la hora, así que ella tendría que pagarme con seis horas de trabajo cada hora mía. Era muy responsable y llevaba un registro de tiempos en un cuaderno. Empecé a verla dos o tres horas por semana, me debía muchas horas, tenía que pasar mucho tiempo con un objeto punzante, lo cual le gustaba. Pero con este objeto punzante estaba haciendo algo para mi en lugar de cortarse las venas. Si ustedes visitan la Fundación Miltón H. Erickson en Phoenix, verán cuatrocientas horas de costura. La Fundación está decorada con el trabajo de Clara. Esto no era su curación, por el momento habíamos alcanzado la meta de que continuara en terapia conmigo. Mucha gente le había estado diciendo que se dejara de cortar las venas. Yo le presenté la idea de que podía hacerlo, correctamente envuelta para regalo y cortada a su medida, dentro de un proceso dramático que hizo que esa idea fuera mucho más valorada y así se lograra la meta.
La psicoterapia debe ser un «Acto Emocionalmente Significativo. Debe tener drama, como las telenovelas. Y con el drama le damos poder a las ideas. Miltón Erickson era uno de los terapeutas con mayor poder dramálico que he conocido. Tomaba ideas muy simples, las envolvía y las cortaba a la medida para crear procesos dramálicos en los que el paciente podía cambiar.
Quiero compartir con ustedes otro caso que tiene que ver con el fumar. Algunas personas, tal vez varias de las que eslán aquí, son fumadores, juegan con la idea de dejar de fumar y se han dicho muchas veces a sí mismos «deja de fumar», mientras sacan el cigarro de la cajetilla y se lo llevan a la boca.
Yo era fumador. Fumaba pipa que iba bien con mi imagen de psicólogo joven. En una de mis visitas a Miltón Erickson, en 1975 ó 1976, estaba sentado en el patio de su casa, fumando mi pipa, cuando la Sra. Erickson pasó por ahí, empujándolo en su silla de ruedas y el me vio.
El Dr. Erickson estuvo confinado a una silla de ruedas, debido a secuelas de polio, durante los últimos trece años de su vida. El inició la sesión con una historia, la historia de un amigo suyo que era fumador de pipa, y la historia trataba de cómo su amigo era torpe fumando su pipa. Captó mi atención, hablando de fumar. Su amigo era torpe porque no sabía en qué lugar de su boca poner la pipa, ¿debía ponerse la pipa en el centro de la boca?, ¿a un centímetro del centro hacia la derecha?, ¿a un centímetro del centro hacia la izquierda?, ¿debía poner la pipa en la comisura de la boca? Era torpe. Era torpe porque no sabía cómo sostener la pipa, ¿debía sostener la pipa arriba?, ¿debía sostenerla abajo?, ¿debía sostenerla a un lado? Era torpe, pero era torpe porque no sabía echar el humo, ¿debía echarlo hacia la derecha?, ¿debía echarlo hacia abajo?, ¿debía echarlo hacia arriba? Era torpe. Y era torpe porque no sabía en dónde dejar la pipa, ¿debía dejar la pipa sobre la mesa?, ¿debía sostener la pipa en su mano?, ¿debía dejar la pipa sobre el escritorio? Era torpe porque no sabía manejar el tabaco, ¿cómo tenía que meter el tabaco en la pipa?, ¿cómo tenía que vaciarlo?, ¿debía usar un instrumento?, ¿debía hacerlo con un lápiz? Era torpe.
Les juro que esta historia duró una hora con frases similares. Nunca pensé que hubiera tantas formas de ser torpe al fumar una pipa. Por fin, la historia terminó y Erickson pasó a otro tema, mientras me quedé pensando: «Yo no soy torpe… he estado fumando pipa durante años… ¿por qué me contó esta historia?»
De regreso a mi casa en California, al pasar por la ciudad de Bakcrslicld, me dije con seriedad: «Ya no voy a fumar pipa, ya no quiero fumar pipa, nunca más», y me prometí a mí mismo: «No lo haré». Nunca me eché para atrás porque conscientemente quería hacerlo e inconscientemente también. Se acabó en ese momento. Y no dejé de fumar porque Miltón Erickson me dijo que lo hiciera, ni lo hice por mi salud, sino porque quería dejar de fumar y es mi mérito. Yo lo hice. Miltón Erickson no lo hizo, él no me hipnotizó.
Yo lo hice. Lo que él hizo fue tomar una idea muy simple y encontrar la forma de envolverla dentro de una historia cortadita a mi medida.
En ese momento de mi vida yo era muy fácil de impresionar y si había una persona ante quien no quería parecer torpe era Miltón Erickson y él asoció: Pipatorpe, pipatorpe, pipatorpe y se divirtió muchísimo haciéndolo. Y no fue su mérito. El no ganó. Gané yo. El mérito es mío.
¿. Al terminar este seminario, quiero que ustedes tengan veinte formas distinlas de envolver ideas, técnicas que podemos aprender de la hipnosis. También quiero que aprendan a cortar a la medida una terapia y algunas ideas sobre el proceso. Vamos a hacer eslo a Ira vés de mi exposición, pero también con ejercicios vivenciales para que aprendan estos conceptos practicándolos más que oyéndolos y después vamos a ver a Miltón Erickson haciendo terapia (capítulo 6). Esto, al mismo liempo que es muy interesante, es deprimente, porque ustedes van a ver la forma tan elegante en que él podía hacer las cosas, cómo establecía el proceso.
Tengan en cuenta que se trataba de un hombre muy enfermo haciendo terapia. Erickson tenía muchos impedimentos por sus problemas de salud. Cuando lo vi en 1973 ya estaba confinado a una silla de ruedas, con un dolor constante, por las secuelas de su polio; su visión era doble, su oído fallaba, sus labios estaban en parte paralizados, su forma de respirar era difícil porque sólo respiraba a través de unos cuantos músculos intercoslales y medio diafragma. Y él que llegó a desarrollar el habla en forma magistral, como un actor, tuvo que volver a aprender a hablar. Sus músculos llegaron a un deterioro tal que no podía utilizar dientes postizos y también tuvo que reaprender a pronunciar con claridad. Y, a pesar de que estaba enfrentando tantos problemas físicos, Erickson era lo que llamaría una llama iluminadora, afirmante.
Hace dos semanas estuve en Viena con Víctor Frankl, el creador de la logoterapia y terapeuta existencial. Al igual que Erickson, Víctor Frankl tomó las experiencias que vivió en el campo de concentración e hizo alquimia, es decir, las transmutó en la misma forma en que la alquimia convierte un metal base en oro. Erickson también transformó la experiencia de la polio en oro puro. Para Miltón Erickson y para Víctor Frankl, la utilización de las experiencias negativas no es sólo una técnica terapéutica, sino un estilo de vida. Erickson decía desde el fondo de su alma que la psicoterapia empieza en casa, en la casa del terapeuta. Era un hombre que realmente inspiraba y no hablaba con hipótesis ni con hipocresías. Cuando hablaba de disfrutar la vida a pesar de las limitaciones, él lo estaba haciendo frente a tus propios ojos. Cuando hablaba de superar el dolor, lo estaba haciendo frente a ti. No hablaba de dientes para afuera, sino con su propia experiencia. Y era muy agradable estar cerca de él, inspiraba tantas cosas sentir cómo podía disfrutar la vida en medio de sus incomodidades y dolores. Yo creo que esa fue su mayor genialidad, la forma en que vivió su propia vida. La imagen de un hombre sumamente enfermo, puede ser muy distinta a la imagen mental que tal vez ustedes tengan de este gran genio. Si leen los libros que hablan sobre él: Terapia no convencional de Jay Haley y Un seminario didáctico con Milton Erickson que yo publiqué, y que se encuentran en español, quedarán muy impresionados por su técnica, pero su poder surgía de su propia persona, más que de su técnica.
Erickson tenía cuatro áreas geniales. En primer lugar está la hipnosis. No es exagerado decir que él inventó la hipnosis moderna. Inventó la levitación de la mano, la técnica de entremezclado, la de confusión, la amnesia estructural. Tenía una mente muy fértil y se dedicaba en serio a la hipnosis. Fue famoso como investigador y como clínico.
Su segunda área genial fue su terapia estratégica. En 1973 Jay Haley publico Terapia no convencional, una introducción a la terapia estralégica de Erickson. Haley escribió: «La psicoterapia es un problema, no es una solución. El problema es que el paciente eslé en terapia. Ese es el problema. La solución es sacar al paciente de la lerapia lo más proiilo posible para que viva su vida en forma independióme. Haley escribió acerca de técnicas derivadas de la hipnosis que pueden aplicarse sin necesidad de un trance formal. Haley no utiliza trances formales.
La tercera área de la genialidad de Erickson fue su forma de enseñar. Enseñaba contando historias, proponiendo tareas, utilizando vínculos terapéuticos y símbolos. De hecho, si nos ponemos a observar, podremos darnos cuenta de que la hipnosis ericksoniana, la terapia estratégica y su forma de enseñar son muy semejantes. Al mirarlo, es difícil decir ahora está enseñando, ahora está hipnotizando, ahora está haciendo terapia, porque en las tres áreas Erickson tenía el mismo propósito: hacer surgir recursos y potencialidades que estaban dormidos. Erickson no enseñó contenidos. No enseñó nada, ni siquiera de esta complejidad. Hablaba para estimular a la gente. Y yo, con una disculpa, les digo que básicamente les voy a enseñar contenidos. Aún cuando fui alumno de él durante más de seis años, nunca me enseñó a hipnotizar. Es como si hubiera asumido que yo ya lo sabía y lo único que él tenía que hacer era ayudarme a acceder a eso que yo ya sabía. Esta es una filosofía muy poderosa.
Implica, por ejemplo, asumir que todo paciente esquizofrénico puede hablar en forma directa, que todo paciente esquizofrénico puede hacer cosas semejantes a las que hacen otras personas. La esquizofrenia es un asunto de diferencias. Los esquizofrénicos son verdaderos artistas para establecer diferencias. Algunas personas hacen cosas semejantes. Si les dices: «Tengo un hermano», empiezan a hablar de su hermano. Otras, hacen cosas diferentes. Si les dices «rojo», contestan «negro, verde». Si uno dice «blanco», responden «negro». Los esquizofrénicos son personas que hacen cosas diferentes. Parpadean diferente, se visten diferente, comen diferente, se mueven diferente, respiran diferente. Simplemente hacen cosas de manera diferente. Sin embargo, cada esquizofrénico sabe cómo actuar igual y como actuar diferente. Dentro de este modelo, la meta de la terapia no es enseñar al esquizofrénico a comportarse de manera «sana» sino establecer situaciones en las que pueda hacer surgir los recursos que tiene dormidos: el saber actuar de manera similar. Del mismo modo, cada fumador sabe cómo estar cómodo sin el cigarro. Tiene años de experiencia en este sentido. Y todo paciente deprimido tiene años de experiencia estando contento, activo, y cambiando del mal al buen humor. La meta terapéutica es establecer una situación en la cual el paciente descubra sus recursos internos por sí mismo.
Para lograr esto, a menudo Erickson envolvía las ideas utilizando métodos indirectos1 y por esta razón el estilo ericksoniano se ha relacionado con lo indirecto. No obstante, Miltón Erickson era un hombre muy directo. Decía las cosas en forma brutalmente directa, cuando correspondía, y en tales situaciones ese estilo funcionaba.
Si viene a verlos una persona que quiere dejar de fumar, ustedes lo miran y le dicen: «Deja de fumar», y si lo hace, no necesitan hacer ninguna otra terapia. Pero ¿qué sucede cuando dan una sugestión directa y no funciona? Se vuelven más indirectos en su abordaje utilizando, por ejemplo, asociaciones, ilusiones, y otras técnicas que les presentaré.
Ahora, permítanme hablarles, un poco en broma, de diferentes tipos de terapia.
Una mañana, me desperté temprano y me dirigí al Mac Donalds en Phoenix, Arizona. Entré al restaurant en mi auto. Cuando llegué al micrófono en dónde se hace el pedido, el dependiente me dijo: «Su orden, por favor». Yo le contesté: «¿Sabe? acabo de descubrir el secreto de la vida». A las siete de la mañana, este hombre no estaba muy interesado en descubrir cuál era el secreto de la vida y me dijo de nuevo: «Su orden, por favor». Le respondí: «Acabo de descubrir el secreto de la vida y quiero un jugo de naranja». Contestó: «79 centavos, por favor». Cuando llegué a la ventanilla para recogerlo, el dependiente me miraba ya en forma sospechosa: «Aquí está su jugo de naranja». «Si, gracias, pero descubrí el secreto de la vida». Finalmente me vio y me dijo: «Bueno, ¿cuál es?». Contesté: «Se puede hacer psicoterapia sin metacomentar». Mi descubrimiento no lo impresionó demasiado.
Se puede hacer psicoterapia sin metacomentar. ¿Qué quiere decir esto? La mayoría de las psicoterapias ocurren a través de un proceso de metacomunicación en donde el terapeuta hace metacomentarios sobre los sentimientos del paciente, su actitud, sus patrones de interacción. La terapia ha sido un proceso de exploración, confrontación e interpretación. Los terapeutas explican, confrontan e interpretan algunos aspectos del paciente o del sistema al que pertenece y eso es lo que consideramos terapia. Sin embargo yo pienso que los terapeutas hacen metacomentarios cuando ponen su cerebro en neutral y dejan de «utilizar». Metacomunicación es lo opuesto de utilización. Esta es una idea original, nunca antes lo había expresado así. Metacomunicación es lo opuesto de utilización. Después de veinte años de hacer terapia, puedo hacer metacomentarios hasta dormido.
Lo que me había impresionado antes de ir al Mac Donalds esa mañana, era que había estado observando un video de Erickson que tenemos en los archivos de la Fundación en donde durante una hora no hizo ningún metacomentario directo sobre el paciente. Erickson hacía terapia sin hacer metacomentarios directos, ¡ni uno solo durante una hora! Al darme cuenta me dije: «¡Qué fabuloso!, voy a tratar de hacer lo mismo; con el primer paciente que vea después del jugo de naranja no voy a metacomunicar durante una hora». Lo intenté y sólo duré cinco minutos. Me parecía imposible hacer psicoterapia de esta manera porque estaba muy inoculado por mis años de entrenamiento. Cuando no metacomunicamos hacemos una terapia vivencial y esto es la psicoterapia ericksoniana. Es la psicoterapia de la experiencia. Está enfocada a crear experiencias para que el paciente perciba sus recursos internos. En la actualidad, mi desafío frente a mí mismo es, en cada sesión, crear una experiencia. Mi limitación es que no puedo pasar toda una hora de terapia creando experiencias.
La terapia es mejor cuando se vuelve la psicoterapia de la experiencia porque cambia su enfoque a cómo, cómo ser diferente; las experiencias tienen como imperativo ser diferente. El imperativo de las metacomunicaciones es porqué, por qué estás como estás. El imperativo de la metacomunicación es entender. El terapeuta y el paciente se encuentran ahí para comprender. El imperativo de la psicoterapia de la experiencia es «tú y yo estamos aquí para que seas diferente, a través de estas vivencias».2 Me parece que ésta es una verdadera revolución en la orientación de la psicoterapia, muy difícil de lograr.
Si ustedes observan videos de Erickson, podrán ver horas de terapia sin metacomentarios directos. Por supuesto que sí hay metaperspectivas. La metaperspectiva es el objetivo que quiere lograr el terapeuta y lo puede comunicar en forma indirecta.
Ahora, vamos a jugar un poco mentalmente con distintos estilos de psicoterapia. Imaginen un paciente que entra en un consultorio y dice algo. Por tradición, el papel del terapeuta es hacer un metacomentado de acuerdo con sus propios lentes, de acuerdo con la orientación teórica que le ha sido implantada a través de su formación, como con una cirugía. Pongamos por caso que los lentes del terapeuta son el psicoanálisis. Si el paciente entra y dice: «Es un día precioso», el psicoanalista se pone a pensar: «¿Qué quiere decir realmente?». El paciente entró y dijo: «Es un día precioso» y el psicoanalista dice: «¡Aja! me pregunto ¿por qué me está hablando en una forma tan familiar? Tal vez me esté confundiendo con una figura significativa de su infancia, tal vez me esté confundiendo con su padre». Los lentes del psicoanálisis llevan a examinar la transferencia. Quien los trae puestos mira la comunicación, encuentra la distorsión transferencial y hace un metacomentario para corregirla.
Si ese paciente va a ver a un analista transaccional, los lentes son distintos. El paciente entra y dice: «Es un día precioso». El analista transaccional responde: «Hablemos de adulto a adulto». Y piensa o dice: «Me estás viendo desde mi estado de padre; yo sé cuál es tu pauta de interacción, que viene del pasado; nos encontramos en una transacción cruzada que conecta con el patrón de tus sentimientos negativos, de cómo te sientes lastimado. Podemos decir que te encuentras dentro de un juego en el que pides: patéame y que es parte del libreto de tu vida, en el que eres un perdedor. Así que hablemos derecho». La lente del análisis transaccional es el análisis estructural y éste se transforma en la meta de la terapia.
Si el paciente va con un terapeuta gestáltico, entra y dice: «Es un día precioso». El terapeuta piensa: «¡Aja! esta es una gestalt incompleta» y le dice: «Sé el día», «pon el día sobre la silla», «ámate a ti mismo», «sé tú mismo», «habíale al día». En este caso la meta es traer a la conciencia gestalts incompletas para cerrarlas.
El terapeuta escucha lo que dice el paciente y, de acuerdo con los lentes que trae puestos, extrae «lo que está detrás» y después metacomunica. Alguien que trabaje con terapia racional emotiva fijará su atención en las falsas creencias; un terapeuta familiar verá reglas o secretos familiares y después hará metacomentarios sobre estos.
Erickson afirmaba que si el paciente es capaz de decir una sola cosa con tantos significados, el terapeuta debe ser tan ingenioso y listo como él y poderle responder con una sola cosa que también tenga muchos significados. Así, en lugar de seleccionar una parte de la comunicación, el terapeuta utiliza la comunicación en múltiples niveles, puesto que siempre nos comunicamos de esta manera. Y entonces, la terapia se convierte en una especie de cortesía: el paciente habla en muchos niveles, el terapeuta habla en muchos niveles.
A la gente por lo general no le gusta que le hagan metacomentarios sobre sus procesos y su comportamiento, aunque sean positivos. Se siente mal, agredida.
Erickson nunca los hacía en forma directa, en forma indirecta tal vez, pero directamente no. Cuando uno se mueve de un nivel a otro y metacomunica en forma indirecta, se va creando una experiencia y el paciente necesita llenarse de energía para procesarla. Es una forma diferente de ver las cosas. La terapia se convierte en una manera de utilizar lo que el paciente hace. Si éste se comunica en múltiples niveles para ser ineficiente, el terapeuta le responde en múltiples niveles para ser eficiente. Cuando hablemos de cómo envolver para regalo, veremos técnicas de comunicación múltiple que nos enseñan cómo encontrarnos con el paciente en su propio nivel de experiencia para unirnos a él más que para enfrentarlo, interpretarlo y explicarle.
Notas
1 La comunicación indirecta es la cuarta área genial de Erickson. N. de Teresa Robles.
2 «Diferente» respecto a como es él mismo en el momento actual, que él considera problemático. No diferente a los demás en el sentido de la esquizofrenia. N. de Teresa Robles.